Pasión Crítica

Presentación

La verdadera crítica, así como la verdadera autocrítica deben llevar forzosamente a la acción y a la transformación. Este actuar no puede y no debe ser por su parte indiferente, sino que debe estar dirigido por la pasión; no como desenfreno irracional, sino como aquella pasión de quién por amor al otro y a sí mismo, defiende a ultranza la verdad y la justicia.

La crítica trascendental no puede ser pasiva ni quietista, debe por el contrario ser propositiva y alentadora. El fin de la crítica no debe ser jamás el provocar postración ni desánimo; porque la crítica es, al fin y al cabo, un proceso de la inteligencia, y la verdadera inteligencia debe ser siempre creadora, actora.

"Crítica constructiva", pero sobre todo, "crítica reconstructiva"; porque si bien existen ideologías a las cuales bien vale la pena destruir, no debe hacerse sin tener el profundo deseo de reconstruir el mundo. Y esto sólo puede hacerse como un acto de entrega, de ímpetu, de convicción.

Sirvan estas palabras como preámbulo a los diversos ensayos que la crítica me pueda inspirar, y sirvan ojalá, para mover mentes y almas al cambio, a la mejoría y a la enmienda de tantas injusticias, mediocridades y vicios que vergonzosamente empequeñecen hoy a la humanidad.


-V. Prieto



14/3/09

Psiquiatras problema



Basta solamente un diagnóstico negligente: "Déficit de atención", "bipolaridad", "depresión"; para que una persona en un momento de debilidad emocional acepte ser medicada por un psiquiatra -e incluso a veces por un médico general que quiera jugar al psiquiatra- con la ilusión de salir de sus problemas a través de una elegante y generalmente peligrosa: "droga con receta". Y peor aún, para que un niño o joven, se considere candidato para un tratamiento psiquiátrico.
Y aunque sin duda existen casos en los que estos medicamentos son estrictamente necesarios, también es cierto que en un importante número de ocasiones podrían ser prescindibles, si en lugar de enseñar a las personas a ignorar y evadir su debilidad emocional mediante la ocultación de síntomas, se les enseñara a recobrar e incrementar su fortaleza interior, combatiendo activamente contra su propia vulnerabilidad.
Porque no es lo mismo que sea forzosamente necesario medicar a un paciente con esquizofrenia o alzheimer, que pretender medicar a cuanto niño o joven nos parezca "demasiado" inquieto, o a cuanta señora nos parezca "deprimida".
Pero lamentablemente parece que este es un problema que en las últimas décadas ha ido en desconcertante aumento. La medicación psiquiátrica parece ser una aterradora moda que lejos de pasar permanece y se extiende. Cada vez son más las personas que por no poder resolver algún conflicto en su vida son fácilmente medicadas. Y peor aún, cada vez son más los alumnos de edad escolar que, por no ser capaces de concentrarse en el aula, son turnados con un psiquiatra, para posteriormente pasar importantes años de su vida -y más grave aún, de su formación cerebral- bajo el uso de fármacos que alteran por completo la química y la salud del organismo.
Siendo profesora de Preparatoria, en este último ciclo escolar -por ejemplo- me encuentro con que en un grupo de 20 alumnos de entre 15 y 18 años de edad promedio, al menos 5 han sido tratados psiquiátricamente y 5 más han sido considerados candidatos para ser sometidos a un tratamiento psiquiátrico. Para fortuna de los cinco restantes la precaución propia o de sus padres, les permitió rechazar la recomendación y proseguir así con una vía más natural de resolver los problemas comunes que acompañan a la adolescencia.
Pero ¿qué pasa con los otros casos? ¿En verdad podemos considerar que estamos hablando de jóvenes que se han visto favorecidos por la medicina psiquiátrica? ¿Podemos decir que, gracias a ese cambio en su química cerebral, se han convertido en personas más fuertes o más conscientes, o con mayor autarquía en sus vidas? Y si acaso fuera así -cosa que por mi experiencia, pongo en tela de juicio- ¿A qué costo sería?
Porque al menos en referencia al pequeño grupo de estudio al que tengo acceso, ninguno lo vivió, ni lo vive de tal manera. Ninguno sintió ser "ayudado"; y por el contrario, la gran mayoría sintió estar siendo violentado en su integridad intelectual, al quedar según sus propias palabras: "-Dopado", "-Sin fuerza ni ánimo para levantar siquiera un brazo..."
El otro ejemplo es también muy claro: Mujeres de clase media a alta que, en una incapacidad por soportar lo que han hecho con sus vidas, eligen la vía de las drogas de farmacia. Y ¿de verdad, todas esas mujeres que recurren al uso indiscriminado de ansiolíticos o antidepresivos, viven "problemas" irresolubles?
¿O será que la sociedad cada vez más fomenta la falta de carácter y autocontrol para superar nuestros problemas y dolores interiores?
Porque si bien es cierto que un cambio químico del cerebro puede favorecer a un cambio del comportamiento, también está comprobado que, un cambio en el comportamiento modifica nuestra química cerebral. Entonces, ¿porque no intentar la vía alternativa?
Pero de nuevo hablamos de la tendencia generalizada a ceder la responsabilidad de sí mismo a cualquiera que, lejos de exigirnos esfuerzo, nos brinde una solución de apariencia rápida y fácil.
¿Por qué los psiquiatras antes de recetar medicamentos tan delicados no hacen un análisis cabal de la ingesta en la dieta de nutrientes y micro nutrientes naturales de las personas con este tipo de padecimientos?¿Por qué no analizan con el máximo detenimiento y ética si la persona puede ser ayudada con otro tipo de terapia interactiva antes de inclinarse por afectar la química de su cerebro? ¿Por qué pareciera que –lejos de descubrirse- se siguen inventando cada vez más padecimientos psiquiátricos para los cuales ya hay esperando medicamentos en el mercado?
No deja de ser remarcable el comentario que un alumno de 4to año de Preparatoria me hizo en una clase de Lógica, cuando yo les explicaba la finalidad de la materia:
-Entonces la gente, antes de buscar al psicólogo o al psiquiatra, debería de curarse con Lógica- me dijo. Sorprendida por su comentario le comenté que un interesante libro llamado "Más Platón, menos Prozac", hablaba de algo parecido: Enseñar a la gente a pensar, que no significa enseñar a la gente qué pensar, sino simplemente enseñarles a tener una estructura de pensamiento, a sacar conclusiones acertadas de sus juicios, a no construir falsas creencias sobre prejuicios o falacias, a no padecer por dichos prejuicios, ni hacer padecer por los mismos a otros. Definitivamente debería considerarse una excelente medicina preventiva, tanto en lo individual, como en lo social.
Y no sólo eso. La Ética, sin duda, si se enseñara como la necesidad de formarse un carácter combativo y propositivo que a fin de cuentas habrá de convertirse en nuestro destino; como la necesidad de fortalecerse -y no endurecerse, ni evadirse- para ser más feliz y generoso sin sucumbir ante el dolor o la adversidad, de igual manera evitaría muchos de los males que padecemos en la actualidad.
Porque nuestro deber es sin duda aprender a responsabilizarnos de la construcción de nuestro destino, y ayudar a quienes por las circunstancias tengan que depender de nosotros, a que logren fortalecerse para construir el propio.
Ojalá sirva esta reflexión para que alguna persona que esté a punto de permitir que se altere innecesariamente la química de su cerebro, reflexione seriamente si ésta es su única opción, especialmente en el caso de la medicación psiquiátrica en menores de edad. Y ojalá que sirva para que los padres de niños y jóvenes diagnosticados con algún problema psiquiátrico se informen bien, y analicen si no se trata de un diagnóstico irresponsable o superficial, ya que a fin de cuentas son ellos quienes tienen el poder de decidir sobre la salud del cerebro de sus hijos, y porque aunque parezca más efectivo y sencillo acabar con las "manías" de sus niños a través de medicamentos psiquiátricos, las posibles consecuencias que en su vida presente y futura acarreará el uso de dichos medicamentos, solamente ellos habrán de padecerlas.
Y porque definitivamente, antes de permitir que nuestra química cerebral sea alterada, poniendo en riesgo nuestra salud mental y física debemos sopesar cabalmente si esta medida es forzosamente necesaria e inevitable; y sobre todo, en el caso de que un niño o adolescente vaya a ser medicado con nuestra autorización por evitarnos la "molestia" o "responsabilidad" de aprender cómo ayudarlo o tratarlo, por considerarlo cuestionablemente: Un "niño problema".


Para mayor información sobre los daños de las drogas psiquiátricas que se suministran innecesariamente en niños y adultos se pueden consultar el siguiente sitio:www.mercola.com

Publicado por v. prieto para pasión crítica el 10/10/2007 12:07:00 AM

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